sábado, 4 de agosto de 2012

LA CRISIS ACTUAL Y EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA COMO IDEA SOCIALISTA. (III)


LA CRISIS ACTUAL Y EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA COMO IDEA SOCIALISTA. (III)

Una estrategia de izquierda que combine la defensa de la democracia política con la efectividad de los derechos fundamentales ( conquistados por las luchas obreras del siglo XX ), debe considerar, en suma, esta nueva realidad del desarrollo capitalista: la reestructuración productiva del capital concentrado rinde y, al mismo tiempo, enriquece a los sectores medios; transforma el perfil del mundo del trabajo y también reorganiza las formas de compra de la fuerza de trabajo, fragmenta los intereses de los asalariados, tanto en las regiones más desarrolladas del sistema capitalista global, como en los llamados países emergentes.

Esta situación viene determinando una posición defensiva absoluta de los movimentos sindicales que, en general, reducen sus demandas a la defensa inmediata del empleo subordinado y dependiente y por mejores salarios. Los actuales movimentos sindicales no piensan que se vuelven inocuos y otras veces hasta oportunistas a los ojos de los demás sectores de la sociedad, porque no trascienden para tratar con propuestas realistas y viables, de la cuestión del estado concreto. Estado, hoy, endeudado y tutelado por el capital financiero global.(1) No es extraño asimismo que los movimientos cada vez mas economicistas de los sectores mas tradicionales de los asalariados, cohesionen derecha e izquierda en el interior de sus movilizaciones corporativas y no alcancen ninguna unidad en el plano político.


Considérese aún, en lo que se refiere a estas luchas económicas, que la vanguardia del trabajo industrial, también ya está sometida a un embudo de paso a la cumbre, cada vez mas estrecho. Este embudo ya apunta diferencias salariales internas cada vez mas grandes. En el mundo del trabajo, en general, estas diferencias están basadas en nuevos tipos de sub-empleo, precariedades, terciarizaciones e intermitencias. La situación de la otra parte del mundo del trabajo, no-asalariado, no-subordinado y no-dependiente de los contratos tradicionales, en los países que forman el núcleo de la periferia del “sistema-mundo”, muestra que estos “autónomos” tienen poca capacidad de interferir en el sistema de poder y nunca son tenidos en cuenta por las burocracias sindicales. Su espacio de lucha es, por ejemplo, el ámbito de las redes sociales y de los movimentos alternativos, fuera de cualquier esquema sindical tradicional o de las preocupaciones de los grupos mas voluntaristas del movimiento.

En este cuadro, los "mensajes", las "palabras-de-orden" tradicionales y los análisis clásicos de la izquierda, cimentadas en lo que fue conformado por el marxismo dominante (como ideologia del proletariado clásico), poco se refieren a los verdaderos dramas del mundo del trabajo y de los asalariados tradicionales. Estos están tanto exprimidos por el desempleo, como llamados a trabajar en las nuevas formas "libres" de prestación de servicios: el trabajo está subordinado a la desvalorización de los procesos de trabajo mecánico en la fábrica tradicional o subsumido en el imperio coercitivo de trabajo inmaterial de las redes.

Predominio de la ética de la desechabilidad líquida como una vieja ética del trabajo fabril, que llamaba a las conciencias para el público y para la no privatización de las emociones. Un contrato de “trabajo libre”, por el resultado -alternativo a la sumisión directa en el interior de la fábrica moderna-, siendo verdad que libera a los asalariados de la tutela patronal directa, como ocurre con los trabajadores de la vanguardia tecnológica (los ligados a los "bits", a la info-digitalidad, por ejemplo), crea, al lado de esta tutela, legiones de excluidos y bajos asalariados. Intensifica también las formas mas duras de expropiación del trabajo imaterial e impulsa la adhesión a nuevos "modos de vida", en los cuales esta masa de trabajadores está igualmente condicionada, en su vida cotidiana, a la explotación de su fuerza de trabajo “inmaterial”.

Es la destrucción cotidiana de las diferencias entre tiempo de trabajo y tiempo libre o de ocio, lo que convierte en más frágil la subordinación directa de los trababajadores y más limitada la importancia de la vida colectiva en la empresa, convirtiendo por tanto en más volátil la responsabilidad empresarial sobre los contratos. En consecuencia, aumenta la subordinación general, de clase, ya que los movimientos colectivos de los trabajadores quedan más fragilizados, politicamente, y también más susceptibles a los corporativismos y a las llamadas de la derecha populista y disciplinadora.

En estas condiciones, se produce una transformación de la dominación tradicional de la subordinación fabril hacia una dominación completa de la vida en su totalidad. Tal contexto, no obstante, tiene sus compensaciones ilusorias. Estas abarcan la naturaleza del consumo, como el abaratamiento de los productos y la pirateria de las marcas. Esto viene combinado con una supuesta democratización del espacio público para el disfrute del escaso tiempo libre, con sus megashows de llamada consumista. La democratización de la forma de vestir sustituye la calidad por una originalidad manipulada, que democratiza en apariencia, aproximando estéticamente, el patrón de vestuario de las famílias más pobres con el de las famílias más ricas. Asimismo, las identidades de clase tradicionales sucumben en el mercado, que es, al mismo tiempo, histérico y sublime.

Es notorio que, cada vez más, el propio ocio es “producido” como ocio mercantil, dictado y por entero copado por la acumulación. Los mega-shows de los mega-artistas, con mega-públicos y mega-costes, constituyen los mega-espacios "rebeldes", donde rebelión, mercancía y consumo, dominación y libertades formales, se erigen como los nuevos templos de las culturas globales. Estas, ya iconizadas en un espacio donde todo es aparente identidad colectiva, pero, para cada uno de los indivíduos alli presentes, todo es una expresión de su concreta singularidad.

Lukács decía, para justificar la pasividad de los obreros alemanes, respecto a las propuestas revolucionarias, que estos todavia "tenían enanos en los jardines", o sea, amuletos para atraer "suerte" y espantar el mal. Los enanos en el jardin, hoy, corresponderian a las luces fluorescentes de los conciertos de Elton John y a los recuerdos de las bellas canciones de Fred Mercury, aunque estos artistas no las hayan creado con esa finalidad. Lo que era misticismo medieval pasó a ser mercancia posmoderna: la rebelión fue pasteurizada en el templo de las costumbres. Pero ocio, cultura, artes visuales, política con nuevas tecnologias, subjetividades compulsivas, más drogas y alcohol (no libre opción existencial, sino resultado de la lógica del mercado): modo de vida capturado para un anonimato coletivo en busca de sentido.

Los nuevos y viejos movimientos sociales, que están hoy en el centro de la cuestión democrática, los sin techo, tierra, protección social, los habitantes de las plazas, los rebeldes de las redes sociales, los que no caben en el sistema, los indignados, los eco-rebeldes, quieren sus derechos y su parte en el sistema y preguntan por qué “éste no me integra”. El hecho es que algunos de ellos entran por la puerta de atrás. Primero, en la sublimación del consumo, después, en la organización de la carencia, a través de las políticas compensatorias.

Una buena parte de estos grupos urbanos, originarios de las clases medias, ni siquiera imagina que sus demandas por la inclusión no pueden ya ser acogidas en el sistema, dado que una transición hacia arriba sólo puede ser molecular. Podemos aceptar un futuro en el que fuera posible una transición de parte de ellos –de algunos grupos que no están “fuera” sino “dentro” del sistema – que abran grietas en su férrea estructura. Si optaran politicamente, pueden generar nuevos mecanismos de gestión y organización del propio sistema, alargando un poco, al menos, la influencia de la acción política de los de “abajo”, pero sin alterar lo esencial del nuevo orden.


Las luchas económicas de hoy son apenas micro-capítulos de la disputa por la hegemonía. Pero pueden ser sumadas para instituir políticas de desarrollo y políticas públicas de cohesión social, que apunten hacia un nuevo Contrato Social. Esta “suma”, empero, podrá ser “síntesis” superior con una estratégia democrática meticulosamente planeada. Las bases de este planteamiento, no obstante, no pueden ser solamente las instituciones republicanas clásicas, ni las manifestaciones economicistas tradicionales. Deben ser inducidas por las combinaciones de la democracia directa, con formas presenciales y virtuales, con la tradición electoral republicana: El sistema, tal cual está, es, por naturaleza, limitadamente democrático y maleficamente centralizador. Su unicidad supranacional está determinada por la fuerza coercitiva del capital financero globalizado. Este debe ser el objetivo.

Tarso Genro


(1) A nova fase histórica, que corresponde à crise estrutural do capital, põe na ordem do dia uma mudança radical neste sentido. Isto é, a reestruturação da organização da classe operária, até agora posta enquanto órgão defensivo. Este processo é muito difícil, porque a primeira reação, diante de um momento de crise, não é andar naquela direção; ao contrário, é permanecer na defensiva, interferindo de modo defensivo no processo político. Estou convencido de que as possibilidades defensivas estão ultrapassadas. A classe operária no pós-guerra pôde conquistar resultados notáveis, no quadro defensivo, porque coincidiu com um período de expansão capitalista. Este período chegou ao término, e as possibilidades de obter resultados positivos, significativos para a classe operária não existem mais. O objetivo do ataque do capital, em todos os países, é constranger a classe operária, exemplo disto é a crise do “Welfare state” e assim por diante. (Entrevista de István Mészáros, publicada na revista ENSAIO, São Paulo. Ensaio:1984, nº 13, p. 27)

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