Los pasados días 6 y 7 de junio se celebró en el Parlamento Europeo, Bruselas, una jornada con el título “China en el siglo XXI: Presente y Futuro”, organizadas por el grupo parlamentario Izquierda Unitaria Europea/ Izquierda Verde Nórdica en colaboración con la Fundación Gabriel Péri (Francia), Correspondances Internationales, el Centro de Estudios de teorías sociales y filosóficas extranjeras del Partido Comunista Chino y la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina. Allí se dieron cita representantes de formaciones políticas de diversos países, investigadores sociales y un nutrido número de asistentes de diversa procedencia.
Por otra parte, los presidentes de Estados Unidos y China, Barack Obama y Xi Jinping, se encontraban en la cumbre bilateral con el objetivo de fortalecer las relaciones entre ambos países. Casualmente coincidentes en el tiempo, estos dos hechos reflejan la ascendente importancia de China en la esfera internacional, así como la creciente preocupación de las potencias europeas y estadounidense ante el parece que imparable ascenso chino.
Aún son múltiples los interrogantes que rodean al país asiático sobre los que no es posible elaborar respuestas sencillas. Con el objetivo de aportar claridad acerca del fenómeno chino, las jornadas de Bruselas se vertebraron en tres bloques temáticos. En el primero de ellos se debatió acerca del desarrollo económico y social de China. Posteriormente, en el segundo bloque, se abordó el papel de China en la esfera internacional. Finalmente, la cuestión de los desafíos presentes y futuros dio contenido al último bloque. Este relato intenta resaltar las intervenciones más lúcidas y con mayor capacidad explicativa.
País de proporciones extraordinarias, China ha mostrado un intenso crecimiento económico y acometido profundas transformaciones durante las últimas décadas. Podemos afirmar que este país se ha convertido en un fenómeno que no tiene ejemplo equiparable en la historia reciente. ¿Cuándo comenzó este ascenso? No existe un consenso claro al respecto. Unos sitúan los orígenes en 1978 cuando Deng Xiaoping inició el proceso de reformas y apertura. Otros, sin embargo, retroceden en el tiempo para situar los desencadenantes durante el período de Mao Tse-Tung. No obstante, el debate sobre los orígenes, interesante sin duda, deriva en posiciones polarizadas sustentadas en prejuicios ideológicos. Para captar toda la profundidad del fenómeno debemos preguntarnos el por qué.