¿Pactos
de estado?. Mejor una alternativa
Se
dice y suena bien: cuando los problemas son enormes hagamos todos un gran pacto
para “remar” en la misma dirección y resolverlos. Pero, aunque parezca
antipático decirlo, algunos no lo vemos así. Y es que, entre otras cosas:
- En economía, como en política, ninguna solución es única, ni tampoco la mejor a priori antes de su verificación práctica. En un sistema democrático, cuanto más graves sean los problemas, más importante será que compitan distintas propuestas para paso a paso comparar, elegir, comprobar, y en su caso corregir. La metáfora de la barca en la que todos remamos (aunque sea unos más que otros) no indica que un buen rumbo pueda pactarse como algo intermedio entre unos puertos y otros.
- A más a más (como dirían los compañeros catalanes) tampoco son únicos, ni mucho menos, los criterios para valorar políticas y resultados, que derivan siempre de muy distintos intereses. La democracia no sirve para unificar esos intereses, sino para tomar decisiones mayoritarias asumiendo la responsabilidad sobre las consecuencias.
- Llegar a acuerdos entre fuerzas políticas gobernantes y de oposición puede ser necesario, o al menos conveniente, para superar bloqueos o inestabilidades en la legislación o en el gobierno, pero sólo sobre compromisos parciales entre intereses encontrados, no por supuestos consensos, porque si se negocia es precisamente porque se disiente. Esto es aún más evidente en las relaciones de los gobiernos con sindicatos y otras organizaciones ciudadanas, que pueden y deben ejercer presión social para negociar sus reivindicaciones.
- Los auténticos consensos se refieren a asuntos (como la abolición de la esclavitud legal o el sufragio universal) de los que apenas hay que hablar porque ya han llegado a ser abrumadoramente asumidos por una sociedad. Nada de esto ocurre con aspectos fundamentales en la crisis actual, como el alcance de las prestaciones públicas, la distribución de las cargas, o el papel del estado en la regulación y en la gestión de actividades económicas y sociales. No existe una política integral para el crecimiento y contra el paro que sea independiente de los objetivos de unos o de otros.
La
minoría mayor de los ciudadanos, reforzada por un sistema electoral sesgado, dio
una mayoría absoluta a un gobierno de derechas con el que muchos disentimos
radicalmente. Rechazamos sus propuestas, pero aún más sus hechos posteriores. Y
la alternativa que buscamos no puede estar en una amalgama de acuerdos
parciales. Trabajemos por una nueva mayoría democrática. Cuanto antes mejor.
Manolo Gamella