La
profunda crisis que vivimos está provocando situaciones de grave dificultad en
la práctica totalidad de los espacios de la vida política, económica y social
de nuestro país. En paralelo, insistentemente, desde la derecha política,
económica y mediática se recurre al cuestionamiento del modelo de Estado
descentralizado como uno de los chivos expiatorios para hurtar a la sociedad el
debate de fondo sobre sus verdaderas causas. La necesidad de atender con rigor
a esta temática, en relación con el impacto conjunto de un objetivo
intencionado de desmantelamiento y las medidas mal llamadas de austeridad,
lleva a insertar en ARGUMENTOS esta
serie de entradas en las que el autor dibuja con precisión las señas de
identidad que explican el contexto y las perspectivas en las que se desenvuelve
el presente y se proyecta el futuro del gobierno local y los Ayuntamientos. Sin
duda, con ello el lector va a disponer de una mejor y más completa opinión
sobre esta fundamental materia.
Crisis, Ajustes
Presupuestarios y el Modelo Local Español (I).
Los
efectos de la crisis económica en los ámbitos descentralizados del Estado
Español – comunidades autónomas y corporaciones locales – se derivan de las
circunstancias económicas y políticas que, con carácter general, actúan a nivel
estatal. Los datos, análisis y conclusiones que expondré a continuación
revelan, sin embargo, algunas especificidades que diferencian el impacto de la
crisis en estos ámbitos territoriales con respecto al estatal. Es el caso de la
Comunidad de Madrid, donde las recetas del modelo neoliberal se vienen
aplicando desde antes de la crisis, aunque con la llegada de esta se han
radicalizado y han tenido trascendentales consecuencias sobre sus municipios.
Comenzamos nuestro recorrido con
una primera consideración: quienes están cargando con las consecuencias de la
crisis no son las rentas del capital y el poder financiero que la provocaron,
sino las rentas del trabajo. De sus efectos sobre las comunidades autónomas y
las corporaciones locales extraeremos que la crisis afecta a los servicios
esenciales, es decir, al salario diferido de esas mismas rentas y, lo que es
más grave, a los propios derechos de ciudadanía y, en última instancia, a la
perversión del funcionamiento de la democracia.
A lo largo de este texto
intentaré desgranar y explicar las causas de la extraordinaria crisis
presupuestaria de las administraciones descentralizadas, que comenzó con una
particular gestión de los ingresos y los gastos en el período de bonanza
(2000-2007) y evolucionó en el periodo de crisis (2008-2012). Finalmente,
aportaré algunas ideas sobre cómo actuar, señalando algunos márgenes que, a mi
juicio, aún no se han explorado.
Deuda y Déficit
El modelo neoliberal o
monetarista se asienta en la teoría del laissez faire que se fue
extendiendo desde el principio de los 70 por todos los países del mundo que,
hasta ese momento, habían adoptado en su mayoría un modelo económico basado en
los postulados keynesianos de intervencionismo del Estado en la economía del
país.
Laissez faire en materia económica incluye al libre mercado, al libre comercio, la libre
producción y la imposición de bajos o nulos impuestos. Mínima o nula
intervención del Estado en materia económica, incluyendo el mercado laboral.
Los economistas de esta corriente
ideológica utilizan la teoría de la curva de Laffer para respaldar sus
postulados. Muy resumidamente, esta teoría sostiene que un nivel excesivo de
presión fiscal directa provoca una caída de la recaudación porque las personas
y las empresas pierden su interés en producir en tanto en cuanto deben destinar
una parte de su salario o beneficios a pagar impuestos. Sin embargo, si la
presión fiscal directa es baja, esas mismas personas y empresas dispondrán de
más recursos monetarios e incrementarán su consumo, aumentando así la
recaudación fiscal indirecta. En la actualidad, esta teoría ha sido asumida por
todos los partidos conservadores y, en gran medida, por las formaciones
socialdemócratas. El propio presidente Zapatero llegó a afirmar que “bajar
impuestos era de izquierdas”.
La aplicación en España de estas
políticas en materia de impuestos durante los últimos quince años por parte de
todas las administraciones, ha hecho que, con el inicio de la crisis financiera
internacional y el posterior hundimiento del sector inmobiliario, éstas hayan
visto seriamente mermadas sus fuentes de ingresos.
Durante los años de crecimiento económico, la rebaja o la desaparición de
ingresos por imposición directa – IRPF, Patrimonio, Sociedades,
Sucesiones y Donaciones – más el impulso de algunos vehículos de inversión con
una mínima presión fiscal para el capital, como es el caso de las sociedades de
inversión de capital variable (SICAV), hicieron que la principal fuente de
recaudación de las administraciones públicas fuera, además de los ingresos
provenientes de las rentas del trabajo, los productos de la imposición
indirecta que gravan el consumo, como el IVA, los impuestos especiales
(alcohol, tabaco, combustibles...) o los vinculados al sector inmobiliario,
como el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales (ITP), el Impuesto sobre
Actos Jurídicos Documentados (AJD), el Impuesto sobre Construcciones,
Instalaciones y Obras (ICIO) o el Impuesto de Plusvalía.
Con el estallido de la crisis se produce el derrumbe del sector inmobiliario
y, por tanto, del consumo, determinado
que la recaudación cayera exponencialmente y se pasara del superávit de los
tiempos de bonanza a un espectacular aumento del déficit, lo que obligó a las
administraciones a recurrir al endeudamiento para garantizar la estabilidad
presupuestaria. La falta de ingresos que cubrieran los gastos contraídos dio
lugar, por tanto, a un déficit que incrementó la deuda pública, sometida,
además, a voraces intereses.
Las actuaciones básicas para luchar contra el déficit presupuestario
consisten en incrementar los ingresos, en reducir los gastos o,
preferiblemente, en una conjugación de ambas medidas.
Desde que la Unión Europea exigió a España pasar de un déficit del 11,2% en
2009 a un déficit del 3% en 2013, la lucha se ha centrado sobre todo en la
parte de la reducción del gasto, reduciendo con ello las prestaciones del
Estado de Bienestar a través de la congelación de las pensiones, reducciones
presupuestarias en educación sanidad y servicios sociales, paralización de la inversión pública,
reducción de los salarios de los empleados públicos, etc.
Pero antes de continuar, quiero
aclarar que el problema central no radica en el déficit ni en la deuda, sino en
el desempleo, ya que las políticas dirigidas a combatir el déficit y
endeudamiento sólo ajustando el gasto han incrementado más aún el desempleo y
han provocado una pérdida de recursos en los servicios públicos esenciales como
la educación, sanidad o servicios sociales.
Y coincidiendo con las palabras del Nóbel Paul Krugman cuando se refiere a que “en Europa los fanáticos del dolor que están
al mando de la Política Monetaria de Europa, se equivocan cuando afirman que
sólo el equilibrio presupuestario y la austeridad es la respuesta a todos los problemas. Dado
que sólo recortando el gasto no se va a
crear puestos de trabajo”.
Y
aunque, en efecto, sea necesario combatir el déficit público del Estado
Español, tanto la administración estatal como la autonómica en el caso de Madrid tienen un amplio margen para actuar
sobre los ingresos impulsando una reforma fiscal y promoviendo una batalla
contra el fraude que nos equipare, al menos, a los indicadores de la Unión
Europea: nuestra presión fiscal está 10 puntos por debajo de la media europea.
El fraude, por el contrario, se sitúa 10 puntos por encima.
Manuel Llorente
Palomares
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