domingo, 14 de octubre de 2012

Las tres condiciones del BCE para que su plan de compra de deuda sea eficaz y por qué estas no se cumplirán. Por YANIS VAROUFAKIS.


Las tres condiciones del BCE para que su plan de compra de deuda sea eficaz y por qué estas no se cumplirán
Por YANIS VAROUFAKIS.

Adam Smith creía que era consustancial a la naturaleza humana el trueque, el intercambio y el trato. Yo no estoy tan seguro de que tuviera razón. Lo que percibo, por el contrario, es que lo que está en la esencia del Banco Central Europeo es la vacilación, el entretenimiento y la evasión.

Desde que esta crisis comenzara, el BCE en ningún momento ha despreciado la oportunidad de ser parte del problema. En Julio de 2008, subió……..los tipos de interés. Un año más tarde se quedó tranquilamente sentado mientras que Grecia empezaba su larga marcha hacia su Gólgota particular, para entrar solo a medio gas en la batalla cuando Portugal e Irlanda parecían también estar a punto de caer en la misma situación que Grecia. Su patética y limitadísima intervención en el Mercado secundario de la deuda de los países seriamente amenazados fue un ejemplo de cómo no contener los ataques especulativos sobre la deuda en una unión monetaria. En 2011 el BCE fue el primero de los grandes Bancos centrales en elevar los tipos de interés, tras la caída que siguió al colapso de Lehman brothers. Ello se evidenció de nuevo como un movimiento estúpido. Añadiendo el insulto a la injuria, en Julio de 2011 el entonces Presidente del BCE, el desafortunado M. Trichet, se cargó el principio de que quien especulara contra el ECB lo pagaría caro, cuando alertó a los inversores de que si apostaban por la reestructuración de la deuda griega perderían dinero – unas pocas semanas antes de que la deuda fuera reestructurada !!!!.

En vista de este penoso historial, muchos se alegraron cuando Mr Draghi sustituyó a M. Trichet, especialmente después de que el nuevo Presidente del BCE se hiciera famoso con el plan LTRO que inyectó en dos fases 1 trillón de euros de liquidez en el sistema, con el que compró seis meses de tranquilidad para los políticos de la Eurozona. Por desgracia, la eurozona estaba ya en un estado avanzado de desintegración y echar una mano con préstamos frescos a los bancos insolventes no podía ir más allá de eso. Mucho antes, España ya estaba en el punto de mira e Italia empezaba a sentir el calor de la insolvencia. En un nuevo momento álgido de la escalada de ataques a la deuda española e italiana, Mr Draghi hizo su famosa declaración: “El BCE hará todo lo necesario para salvar el euro y, creánme, será suficiente“. En tanto que los mercados reaccionaron con un entusiasmo contenido, todos especulan sobre qué está dispuesto a hacer Mr. Draghi.

Der Spiegel parece saber lo que planea Mr Draghi: un recorte en los tipos al que los Estados miembros de la eurozona piden prestado o, al menos, un tope de la prima de riesgo. Si esto se hace bien, constituiría un paso fundamental en la dirección correcta, al menos en términos de contener la crisis de deuda y ganar un tiempo durante el cual el liderazgo europeo pueda, a largo plazo, ingeniar una solución sistemática para nuestra crisis sistémica. Aunque yo estaría encantado de que la historia que nos cuenta Der Spiegel fuera seguida de un desarrollo real, dudo mucho que vaya a ser así. A continuación expongo algunas de las razones por las que lo creo.

De que el BCE puede, si quiere, imponer un límite a los tipos de interés y a la prima de riesgo, no hay la menor duda. De la misma forma que el Banco Central de Suiza redujo el tipo de cambio del franco respecto al euro, puede el BCE implementar un sistema automático que active órdenes de compra de bonos de deuda de los países de la eurozona cuya prima de riesgo se eleva por encima de cierto nivel. Pero, sin embargo, para que esto funcione deben cumplirse tres condiciones:      

Primero, ser de común conocimiento que las órdenes de compra no se suspenderán hasta que no se alcance el tope al que haya subido la prima de riesgo (De lo contrario, a los especuladores se les ofrecerá una oportunidad de oro para ganarle al BCE en su propio terreno ).

En segundo lugar, debe ser de general conocimiento cuál es la prima de riesgo de cada país. (De lo contrario, se generará mucha especulación y muchos recursos financieros se perderán hasta tanto la información asimétrica pase a ser simétrica). 

En tercer lugar, no debe haber condicionalidad. (De lo contrario, los especuladores atacarán y la estrategia del BCE de compra automática quedará liquidada si los estados miembros no consiguieran cumplir las condiciones ).

Desde que la crisis empezó, la primera condición ni por asomo ha estado cerca de ser cumplida. La “No monetización” fue, y permanece siendo, el dogma de los países excedentarios para los que el mayor peligro potencial del BCE sería interferir en los tipos de interés de los Estados miembros. Pero asumamos que la última experiencia agónica de la Eurozona, tras los esfuerzos de Italia y España, haya cambiado la posición de la mayoría de los miembros del Consejo del BCE, y de otros personajes centrales en Berlín. No estoy sugiriendo que esto es lo que haya ocurrido o vaya a suceder, sólo estoy considerándolo como hipótesis de trabajo. ¿Funcionarían además las otras dos condiciones?.

Demos una vuelta a la segunda condición. ¿Es posible imaginar que los límites en la prima de riesgo se determinen y sean de conocimiento general por una decisión del BCE, quizás conjunta con el Eurogrupo?. Para empezar está la cuestión de saber si el límite de la prima de riesgo será idéntico para toda la eurozona. Podemos concebir un anuncio algo así como: “Desde mañana, el BCE asegura que la prima de riesgo de todos los países de la Eurozona no superará un 3% sobre el bono alemán”.

Uno tiene que decirlo para darse cuenta de la clase de tormenta verbal que recorrerá Europa cuando los argumentos y contra-argumentos empiecen a extenderse cuestionando lo inapropiado que resulta establecer un límite igual para Grecia que, por decir otro país, Italia, o Irlanda. Es una afirmación acertada, me parece, plantear que si el BCE se moviera en esa dirección emplearía tres límites diferentes ( según el tipo de países, centrales, intermedios y periféricos ). Pero, si así fuera, quién decide el diferencial entre los tres límites?, el propio BCE?, el Eurogrupo?, el Consejo Europeo en sus reuniones mensuales determinará estos límites?.

Está claro que ni el Ecofin ni el Consejo Europeo están en condiciones de hacer esto en la forma periódica en que debería hacerse. Y junto al hecho de que no se puede contar con que estas instancias, Consejo o Ecofin, desarrollen esta función propiamente, menos aun tendrían nuestros políticos el poder de ordenar al BCE los diferentes topes de la prima de riesgo según los países. Después de todo, se supone que el BCE debe ser…….independiente. Por otro lado, el BCE podría hacerlo (desde un punto de vista técnico). Pero, si adopta este papel, el BCE pasará a ser el “Gran Señor” de la Eurozona, sin el más mínimo resquicio de legitimidad política.

Está claro que estas reflexiones están, de hecho, poblando la mente de Draghi y sus adláteres. El resultado es la confusión, la vacilación y un deprimente alto nivel de inconsistencia en sus planteamientos. De un lado, se nos dirá que depende de España si quiere o no solicitar la ayuda del EFSF y del BCE. Por otro, está claro que el BCE tiene un historial en imponer ( veáse Irlanda ) la aceptación de un programa EFSF. Recientemente el BCE ha comunicado a Italia la serie de medidas de austeridad que constituyen las condiciones para una ayuda LTRO vía bancos italianos.

El BCE, en definitiva, quiere su pastel y además comérselo. Celoso de su independencia, aparenta que no tiene el poder de decir a los gobiernos lo que han de hacer y, sin embargo, en el mismo suspiro, selecciona las medidas que enlazan su política monetaria con la opción por la austeridad de una UE que dicta a los gobiernos sus condiciones de política fiscal antes de que aquel enseñe sus músculos monetarios.

Ello nos lleva a la tercera condición: supongamos que el BCE se compromete a mantener la prima de riesgo italiana en el 3% o menos. Supongamos también que, como parte del hoy dominante paradigma de la austeridad, el BCE condiciona su compromiso a que Italia respete ( al modo griego ) un Memorandum de entendimiento de recortes fiscales y presupuestarios y reformas del Mercado de trabajo ( a ser evaluadas por la UE, el FMI, o quien sea ). Supongamos, por último, que tú eres un especulador que se está pensando un ataque contra el límite del 3% que el BCE ha fijado sobre la deuda italiana. Se sabe que si el BCE se ha comprometido incondicionalmente con ese objetivo del 3%, sería suicida apostar contra el BCE. Sin embargo, si hay la más mínima probabilidad de que Italia no vaya a cumplir las condiciones que son parte del acuerdo con la UE-BCE-FMI, hay suficiente margen para obtener beneficios especulativos contra el límite del 3%. Lo que viene a significar que el BCE debe optar entre la credibilidad hacia los especuladores o que sea creíble el cumplimiento de la condicionalidad a que se sujeta su apoyo. Es pura fantasía que el BCE pueda tener las dos.  

RESUMEN

Los mercados están que arden estos días. Esto es así porque el BCE está a punto de hacer compra de deuda española e italiana en los mercados secundarios. Tal optimismo es, por desgracia, completamente infundado sobre la base de los hechos y está claro que llevará muy pronto a la desilusión. Las tres condiciones que esbozaba más arriba, sin las cuales el establecimiento de un umbral de deuda fracasará, no puede  ser llevado a cabo de forma que sea consistente con el actual paradigma dominante. Ojalá lo fuera. Pero definitivamente no lo será, y dónde nos lleva esto?. La respuesta es: a un estado donde el BCE sigue vacilando, entreteniéndose y evadiendo. Qué significará esto en la práctica?. En el mejor de los casos el BCE entrará en el mercado de deuda a corto. Como mucho, también bajará los bonos a un año, pero de una forma opaca y carente de legitimidad democrática. Permitiendo a España e Italia recuperarse en su deuda a corto plazo, el BCE le compra a Berlin y Bruselas otros seis meses más o menos. Igual que hizo con la inyección de liquidez del LTRO. La diferencia esta vez, sin embargo, es la montaña de expectativas que ha creado. Cuando los mercados se den cuenta lo alejados que están los hechos de las palabras, el BCE descubrirá que las primas de riesgo de la eurozona ( que quiere hacer converger ) serán más divergentes entre sí. Aunque la acción del BCE mantendrá los tipos de deuda a corto relativamente ajustados, los bonos a diez años serán más divergentes que nunca. En resumen, es más probable que la frase de Mr Draghi “y creánme será suficiente” corra la misma suerte que la de M. Trichet “no hay lugar para apuestas sobre una reestructuración de la deuda griega” de hace un año. No nos equivoquemos, la crisis del euro no se resolverá con las acciones o decisiones del actual BCE.

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