Por su indudable interés, recogemos en ARGUMENTOS el artículo publicado
en el Diario digital NUEVA TRIBUNA por el profesor de la Universidad Carlos
III y Economista Ignacio Muro Benayas, en cierta medida coincidente con la
caracterización del tipo de problemas al que se enfrenta el modelo actual de
las organizaciones políticas de izquierda y que distintos trabajos pondrán
próximamente de manifiesto en este Blog.
PARTIDOS POLITICOS: ‘LA LEY DE HIERRO DE LAS
OLIGARQUÍAS’.
La “ley
de hierro de las oligarquías” fue desarrollada hace un siglo por Robert
Michels, alumno de Max Weber.
Esta tesis, reivindicada
desde el movimiento 15M, señala que las formas oligárquicas son
consustanciales a toda organización, incluso a aquellas, como es el caso de los
partidos de izquierda, cuya razón de ser estriba precisamente en la superación
de tales formas oligárquicas.
Es más, sus conclusiones surgieron precisamente de la experiencia militante
del autor en sindicatos y partidos socialdemócratas alemanes. Desde ahí,
Michels sufrió su particular transición ideológica: en 1911, aún hablaba de
democracia como mal menor; después se decantaría por las tesis nazis y la
“exaltación del jefe”.
La insistencia actual en culpabilizar a la “clase política” de los males de
España parece incidir en el mismo diagnóstico (la democracia como estado
fallido en lo social y en lo autonomico, los partidos como fuente de burocracia
y corrupción) y apunta a los mismos riesgos (la recuperación de un poder
centralizado y fuerte).
Algunas preguntas estratégicas
La tesis de Michels, tienen cierto paralelismo con las de otros autores
(como Pareto o Mosca) que hoy resultan actuales por cuanto justifican y
fortalecen el elitismo tecnocrático vigente. Para contrarrestarlas conviene
hacerse una serie de preguntas:
• ¿Es la oligarquización una tendencia inexorable que afecta a los
partidos, los sindicatos, la política, el Estado?
• ¿Constituye el elitismo tecnocrático un paradigma funcional al que están
necesariamente sujetos todos los colectivos que desean resolver cosas?
• ¿Es solo ideología? ¿O es el modo adecuado que corresponde a una etapa y
a un nivel concreto de organización social y tecnológica que internet está
trastocando en lo más íntimo?
Si el debate es importante para la democracia es esencial para la
izquierda, al menos la que contínua defendiendo los impulsos reformistas y
transformadores.
Un breve repaso a la historia reciente de los conflictos partidarios, desde
el PP a IU, o a los sindicatos, confirma que el sectarismo de los grupos de
poder corre paralelo a la ausencia de tensión ideologica y a gestión mortecina
y rutinaria de la cosa pública. La participación interna sigue siendo
considerada, como en la época de Michels, como un mal menor que dificulta la
eficacia de la maquinaria del partido, la democracia interna parece solo una
consigna reclamada desde las minorías.
La actualidad de las tesis de Michels
Merece la pena detenerse en las tesis de Michels, expuestas en su libro Los partidos políticos (1911).
“La evolución democrática de los partidos tiene un curso parabólico: con el
avance de la organización, la democracia tiende a declinar a medida que la
influencia de los líderes aumenta”. (…) “Con la institución del liderazgo
comienza, como consecuencia de lo prolongado de la función, la transformación
de los líderes en una casta cerrada.” (…) “Cuando en una organización la
oligarquía ha alcanzado un estado avanzado de desarrollo, los líderes comienzan
a identificar con su persona, no sólo las instituciones partidarias, sino también
la propiedad del partido. Este fenómeno es común tanto en el partido como en el
Estado.” (Robert Michels, 1911).
La complejidad de las decisiones, la necesidad de tomarlas con rapidez,
impide a la colectividad intervenir en la resolución de las controversias
que van marcando el futuro. Aquellos individuos que conocen cómo tratar los
temas complejos con los que se enfrenta la organización se van volviendo
imprescindibles, formando la élite. En paralelo, la propia psicología de
las masas hace deseable el liderazgo fuerte, “puesto que son apáticas, con
tendencia a la alabanza y al culto al lider”.
La conclusión es que, por razones psicológicas, técnicas y administrativas,
el liderazgo y la democracia, entendida como el gobierno de la mayoría, son
incompatibles entre sí. Poco a poco -dice Michels- el liderazgo inicial se
transforma en el gobierno de una oligarquía en “un proceso inevitable” en el
cual los líderes más idealistas terminan sucumbiendo a la burocratización
inherente al poder y a la profesionalización de la política.
La realidad de hoy: problemas similares, contexto diferente
Cien años después, mientras desde las redes sociales se discute si la forma
partido es la más adecuada para resolver la organicidad de la política, el
conflicto entre participación y liderazgo fuerte sigue vivo en los términos
señalados por Michels. A finales del 2011, mientras los promotores de
una cena frustrada de exministros de Felipe González (renuentes a
primarias) reclamaba del congreso del PSOE un partido más profesional el
sociologo de la nueva izquierda Paolo Flores dÁrcais reclamaba lo
contrario: “disposiciones que impidan que la política se convierta en una
actividad profesional” entre las que destacaba la limitación de mandatos.
¿Qué es mejor? ¿Qué es peor?
Los problemas son similares, el contexto diferente.
• De un lado, la verdadera oligárquía, la que provoca la absoluta
centralización del poder global en manos de unos pocos que controlan los
mercados y las finanzas del mundo, desarrolla, desde lo más alto, una agenda
antisocial implacable. ¿Puede esa estrategia ser combatida con éxito
“solo desde asambleas” o desde organizaciones abiertas y poco cohesionadas y
profesionalizadas?
• De otro, desde abajo, la lógica del networking, dominante en las redes
sociales y educadora de una nueva actitud ciudadana, desarrolla un
concepto de eficacia en red que necesita la participación de las mayorías.
¿Pueden los partidos de izquierda seguir organizándose como hace 10, 20 o 100
años, cuando el modelo productivo se basaba en la jerarquía inflexible en todos
los escalones de mando?
Es indiscutible que internet proporciona un nuevo escenario que facilita la
conciliación entre eficacia y participación, entre la aportación de los
individuos y la inteligencia colectiva, entre minorías y mayorías, ofreciendo
un nuevo tipo de liderazgo no reñido con la institucionalización de pautas
equilibradas de poder. Pero tambien lo es, que desde el modelo exportado de las
grandes empresas, paradigmas organizativos impuestos como símbolos de
modernidad, se nos bendice a los primeros ejecutivos que controlan todo el
poder. El pensamiento elitista pasa a la ofensiva. La reforma laboral
recientemente aprobada sanciona la discrecionalidad de la cupula directiva como
principio organizativo elemental de las organizaciones productivas.
La oportunidad del momento
El conflicto entre esas dos formas de entender la sociedad afecta a todo y,
en particular, a la esencia misma de la lucha política hoy. Si la izquierda no
sabe resolver la tensión entre el espacio de lo espontaneo y lo organizado, de
la participación interna y el liderazgo cohesionador, de las redes abiertas y
las militancias cerradas, de la institucionalización del poder y la burocracia
de los aparatos, dificilmente podrá transformar la terrible realidad social
presente.
Pero el momento parece oportuno. Nunca como hoy la madurez social y
tecnológica confluyen en la democratización del sistema de poder, nunca como
hoy, estaremos en condiciones para dejar atrás “la ley de hierro de las oligarquías”
elaborada por Michels.
Ignacio Muro |
Economista. Profesor Universidad Carlos III
www.nuevatribuna.es
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