Proyecto,
ideología y dignidad como organización.
Tres
claves importantes por las que me he animado a ser una más entre este gran
amasijo que puede considerarse la opinión en las redes sociales.
Y
ese ánimo no se produce con la intención principal de influir ni conducir las
opiniones y decisiones de cada cual, aunque si lo consigo un punto que me
llevo, sino más bien por la necesidad de expresarme más allá de un par de
líneas en un tweet o un comentario puntual en una situación concreta.
Como
escribo en el título: "proyecto, ideología y dignidad como organización";
estas son las claves. Palabras muy bien expresadas por Cayo Lara el pasado
sábado en la fiesta del PCE que, ante el primer choque que pueda producir en
aquellos que opinan lo contrario, debería hacer reflexionar a más de uno
después de la sacudida inicial.
¿Por
qué proyecto?, simple: porque lo tenemos ¿Por qué ideología?, complejo hasta
cierto punto, pero no por ello puede ser obviado en aras de los nuevos
estandartes que abogan por el "sentido común" o la "gente
normal"; el primero, porque también es de sentido común que la clase
trabajadora (¡ojo, existe!) tenga o debiera tener una ideología de izquierdas,
y el segundo, porque ser de izquierdas no se considera o debiera no
considerarse algo "paranormal".
Y
por último y no menos importante: la dignidad como organización, sin dejarnos
amedrentar por aquellos que nos quieren incluir, intencionadamente o no, en el
mismo saco que a esos otros que a lo largo de los años se han venido alternado
en el gobierno de nuestro país. Es necesario ahora más que nunca poner en alza
el orgullo que como organización es necesario tener. Se lo debemos a nuestra
historia, la pasada y la reciente; porque sí, porque muy a pesar de los que
opinan que somos una organización trasnochada, seguimos haciendo historia: en
las calles y en todas aquellas instituciones donde los votantes nos han dado la
confianza para estar en ellas.
Se
habla continuamente de que la ciudadanía nos exige un cambio, un "dar un
paso atrás" para conseguir la mayoría social, y creo que no se dan cuenta
del peligro que supone renunciar a principios incuestionables, que no
significan por esto que no puedan ser moldeables para que nuestro proyecto
llegue a más gente. Como bien siempre se ha dicho, las prisas no son buenas. No
es lo primordial alcanzar el poder a mata caballo, sin reflexión ni debate,
diluyéndonos en amalgamas puramente electoralistas sin haber preparado y
trabajado antes un programa con el que llegar a acuerdos y que no nos haga
perder nuestra identidad; porque la tenemos, y aun no se me ha acercado nadie
por la calle a decirme que tengo que olvidarme de ella si quiero su voto,
porque si esa es la condición, ese voto no lo quiero. Yo quiero el voto de la
gente concienciada, como mínimo, en un proyecto que defiende la gestión pública
de la educación y de la sanidad, el derecho a la vivienda y al trabajo digno,
la justicia de una fiscalidad progresiva a través de la cual el que más
tiene pague más, la creación de una banca pública.....que me diga alguien si
esto no se entiende y que por ello nos tenemos que diluir como azucarillos en
el agua, proceso irreversible y, como dije anteriormente, peligroso. Ejemplos
hay en la historia de como la izquierda ha pasado a ser un nada y menos en
muchos países, y esto solo ha reforzado aun más el bipartidismo y las políticas
neoliberales o la derecha de toda la vida desde que el capitalismo no solo se
hizo económico sino cultura. Porque esto sigue existiendo, y no he visto por
ningún lado convergencias de derechas para conseguir la mayoría social; ella se
basta solita para seguir en el poder.
Cuando
dicen que tenemos que evolucionar pues el discurso de Izquierda Unida no llega,
yo me pregunto si realmente no llega o es que no dejan que llegue. Ambas cosas
son muy distintas, y parece ser que o no se ha meditado o, si se ha hecho, se
toma casi siempre la vía errónea: salir en medios de comunicación con la gresca
por bandera sin propuestas ni posturas serias. Pero eso parece ser que es lo
trasnochado, ahora lo que está de moda es "la política del cabreo", y
a ella nos hemos unido como pollos sin cabeza; e igual ocurre con eso que hemos
venido a llamar la convergencia, como si fuese algo nuevo o milagroso que ha
aparecido de repente y a nadie se le ocurrió ¿Qué es sino Izquierda Unida desde
el principio que se fundó como movimiento político y social? ¿Qué es lo que ha
venido aprobando asamblea tras asamblea como uno de los pilares fundamentales?
La necesidad de converger, confluir, coincidir, concurrir o como sinónimo
queramos llamarla ha existido siempre en IU, pero con un programa y un
proyecto. Pero esto es lo antiguo, ahora no funciona por lo visto. Primero
converger y después...ya veremos. No, así no, esto no es serio. Como no es
serio ni decente que ni siquiera esta decisión haya sido objeto de debate y de
aportación por parte de la militancia ¿Dónde quedó aquello del "dar voz a
las asambleas de base"? Es una pregunta que me hago constantemente desde
que surgió el proyecto Ganemos en Madrid, e incluso antes.
Por
tanto, proyecto, ideología y dignidad como organización; solo con ello
conseguiremos grandes logros. Estoy segura.
Marga Mora
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