miércoles, 27 de marzo de 2013

De Catalunya, Andalucía y la diversidad de capitalismos en España. Respuesta agradecida a José Luis López Bulla. Por Carlos ARENAS POSADAS



De Catalunya, Andalucía y la diversidad de capitalismos en España. Respuesta agradecida a José Luis López Bulla.


Carlos Arenas Posadas es catedrático de historia económica en la Universidad de Sevilla. Esta entrada, extraída del blog colectivo en el que colabora, forma parte del debate cordial y amistoso que mantuvo con José Luis López Bulla ( fundador de CCOO y durante varios años Secretario General de la Comisión Obrera Nacional de Catalunya ) acerca del proceso soberanista en Catalunya, en el marco de la movilización del pasado once de septiembre. Se trata de un punto de vista desde el sur y desde la izquierda que escapa del relato canónico que rodea esta temática, ya sea desde el nacionalismo catalán o del español.
Querido José Luis: 

Aunque no lo escribí yo, hago mío el contenido de las líneas que aparecen en la entradilla a mi intervención en el blog que titulé “la burguesía nos conduce al paraíso”. En ella se ponía de mi cosecha que cuando oigo nación, nacionalismos, los nacionales, se me desestabilizan los nervios. Convendrás conmigo que, sin otros matices, algún tipo de prevención y miedo producen esos términos, y a la historia me remito. Son términos que encierran un más o menos soterrado grado de exclusividad, de privilegio, de violencia; legitiman con ideales holísticos, intereses muy particulares. Y no lo digo porque lo haya leído; también donde vivo abomino de un nacionalismo menor, de vía estrecha, pero no menos retrógrado y potencialmente agresivo: el sevillanismo. 

Yendo a los matices, me hablas de otra Cataluña, de otros catalanes. No hace falta que me convenzas. Te contaré: yo obtuve la licenciatura de Historia en la universidad de Barcelona, allá por los primeros años setenta. Formaba parte de un grupo de estudiantes sevillanos y andaluces que escapábamos de la “burricie” de las universidades locales. Como  alumnos libres que éramos, sólo acudíamos a los exámenes; un tiempo más que suficiente para aprender mucho, sin embargo. De la mano de nuestro amigo y profesor de aquella Carlos Martínez Shaw tuvimos largas charlas con profesores como Fontana, Nadal, Termes, con Manolo Vázquez Montalbán, con dirigentes del PSUC, de Bandera, de CCOO, de las asociaciones vecinales de Tarrasa, Sabadell, Hospitalet, etc. No he aprendido en mi vida tanto en tan poco tiempo. Eran una bocanada de aire fresco la que recibía por la amplitud de sus análisis, y también un ejemplo vivo de algo que faltaba en el sur: coraje cívico. Transmitían algo que a nosotros nos parecía lejano: que era posible acabar con el régimen, que un estado de libertad plena e igualdad social era posible. Tú estarías ya por allí, y hasta es posible que nos presentaran. 

Hace años que una hija mía emigró como tú a Barcelona; como tú está plenamente integrada en la sociedad catalana, o por lo menos en esa parte de la sociedad catalana que mira más a las personas que a las banderas.  Voy de vez en cuando a visitarla y aún busco en el ambiente de la ciudad, en sus gentes, una parte de lo que entonces había experimentado.  Qué te voy a decir que no sepas: me resulta cada vez más difícil encontrarlo. Este verano, además, he pasado diez días  en el Alto Bergadá, junto a los Pirineos. No he disfrutado del calor humano que percibía hace cuarenta años en Sabadell o en Cornellá; sí, en cambio,  he percibido rechazo (rechazo o falta de respeto que según me dices tú también percibes de algunos nacionalistas. Esperemos que todo acabe ahí). Muchos balcones exhibían señeras estrelladas; para ellos ya no es la sociedad libre e igualitaria la que se aproxima, sino la independencia. 

jueves, 14 de marzo de 2013

LA ANTIPOLÍTICA NO ES LA SOLUCIÓN, ES EL PROBLEMA, por Julián Sánchez-Vizcaíno


LA ANTIPOLÍTICA NO ES LA SOLUCIÓN, ES EL PROBLEMA

Los resultados de las elecciones italianas aportan una nueva evidencia de la irrupción en el seno de la UE de grandes corrientes de opinión alejadas de las que habían venido siendo mayoritarias en las últimas décadas. Ello suscita la cada vez más imperiosa necesidad de detectar los factores de fondo que con carácter más o menos general permitan interpretar las dinámicas políticas subyacentes a la crisis en el conjunto de los Estados miembros.

Más allá de variantes locales de diferente signo, estos factores existen y acreditan la vigencia de las ideas de clásicos tan preclaros como el propio Gramsci, aunque en el caso italiano, en perjuicio de la izquierda y de la sociedad, los análisis que nos entregó no tengan su correlato en la praxis política de los que en la actualidad podrían ser considerados en ese país herederos de su pensamiento.

Poca rentabilidad para Vendola la obtenida de su coalición con el centro-izquierda y nula la derivada de la alianza de Ferraro con los jueces de manos limpias. Chocante la realidad de la izquierda transformadora en Italia, el país de Europa Occidental que contó con el Partido Comunista más potente y creativo de la hoy llamada “zona euro”. Una izquierda italiana ahora condenada por culpa de desencuentros incomprensibles a desempeñar un papel periférico en un contexto nacional y europeo que la necesita más que nunca.

Pero volviendo a la cuestión de los factores explicativos de las dinámicas políticas y electorales operantes en los diversos sistemas y subsistemas políticos de la Unión Europea apreciaremos una tendencia, esparcida en las distintas sociedades nacionales, que pone en cuestión la democracia de partidos y a las organizaciones llamadas “tradicionales”. También contemplaremos la disolución de la alianza entre las clases medias y las clases trabajadoras como sustento del consenso básico en torno al Estado Social keynesiano, la desarticulación de los vínculos de clase que cohesionaban a los sujetos sociales antagonistas, y el progresivo desmantelamiento de la supremacía de la sociedad del trabajo como marco donde obtener la legitimación de las políticas públicas por el poder político. 

miércoles, 13 de marzo de 2013

Italia no encuentra la salida al laberinto, por J. Vicente Díaz.


Italia no encuentra la salida al laberinto

El bueno e incisivo sociólogo J. Vicente Díaz, miembro destacado del equipo habitual de investigación social de Argumentos, nos dedica un artículo en el que reseña las elecciones italianas.

Primero, las elecciones italianas son la consecuencia de un bloqueo de la sociedad italiana que dura ya 35 años, exactamente desde el 9 de mayo de 1978. Esa es la fecha en la que apareció asesinado en una furgoneta Renault modelo 4l, el líder de la Democracia Cristiana Aldo Moro, el  cadáver fue situado entre las sedes de la Democracia Cristiana  y la del Partido Comunista Italiano, con un claro mensaje de corte mafioso. El Compromiso Histórico que planteaban Moro y Berlinguer como forma de desbloquear la situación italiana y afrontar un programa profundo de reformas con un amplio consenso no podía salir adelante.

Los poderes dominantes decidieron que el bloqueo debía continuar y se aprestaron a cambiar todo para que todo continuara igual.

Dejando a un lado las teorías conspirativas, con mayor o menor verosimilitud, solo recordar las declaraciones de la viuda de Aldo Moro y que cada uno saque sus conclusiones. Con posterioridad  al asesinato de Moro su viuda narró un encuentro con Henry Kissinger y un oficial de inteligencia norteamericano que les advirtió sobre su estrategia de introducir al Partido Comunista en el gabinete, con la amenaza:

“Debe abandonar su política de colaboración con todas las fuerzas políticas de su país… o lo pagará más caro que el chileno Salvador Allende”.

sábado, 2 de marzo de 2013

¿Proceso constituyente? ¿De qué estamos hablando?, por Manolo Gamella


¿Proceso constituyente? ¿De qué estamos hablando?

La perspectiva de un proceso constituyente para el estado español aparece ahora con cierta frecuencia en los discursos de la izquierda, incluida la nuestra. Más difícil resulta encontrar definiciones que aclaren adecuadamente a qué nos referimos, considerando algunos aspectos fundamentales: ¿cuál sería el contenido de ese proceso? ¿se trata de una simple percepción o de un proyecto? Creo que vale la pena plantear al menos estos aspectos, y sus implicaciones más inmediatas, como base para abordar su debate.

Históricamente la constitución de 1978, con todas sus deficiencias, no respondió a un ideal de ningún signo, sino a la correlación de fuerzas sociales y políticas de aquella situación, y lo mismo ocurriría ahora para cualquier cambio, sea total o parcial. Esta consideración general hace estéril cualquier propuesta de contenidos constitucionales que no cuente con los apoyos necesarios. Desde la actual legalidad cualquier modificación constitucional requiere mayorías parlamentarias reforzadas que hasta ahora sólo se han realizado en dos ocasiones: la aceptación en 1992 de la norma europea sobre elegibilidad de ciudadanos de la UE para cargos municipales, y la fijación de la estabilidad presupuestaria y la devolución prioritaria de la deuda pública, aprobadas por el PSOE y el PP en 2011. Una trivialidad consensuada la primera, y una grave pérdida de democracia económica la segunda, basada en la imposición de unas mayorías bipartidistas.

La crisis económica que sufrimos, y las políticas antisociales con que se aborda, están provocando importantísimos movimientos populares de respuesta. Nuestra izquierda debe participar en estos movimientos y defender sus reivindicaciones convirtiéndolas en programas realizables, pero a lo largo de este proceso los cambios constitucionales de progreso sólo serán posibles cuando cuenten con apoyos sociales mayoritarios, expresados por el voto universal. Esto aún no lo tenemos, y el precedente de la enmienda de 2011 muestra bien el peligro de los cambios establecidos bajo mayorías adversas.

Todo proceso es una sucesión de pasos y no se puede invertir su orden lógico. Claro que un proyecto de izquierda radical necesitará incluir cambios en el marco general para la economía y la política, pero no se avanza mejor hacia ello pretendiendo saltar etapas. Trabajemos ahora en lo que es prioritario, sin dejar por ello de elaborar un proyecto consistente de futuro, aprendiendo de las experiencias propias y ajenas, y sin reducirlo a una simple colección de consignas elementales.

O sea: “sí se puede”, pero hay que ver qué, cómo y cuándo.

Manolo Gamella