martes, 28 de octubre de 2014

“Por qué participar en las primarias de Izquierda Unida Comunidad de Madrid”, por Carlos Gutierrez

Por qué participar en las primarias de Izquierda Unida Comunidad de Madrid

Desde que el pasado martes acordamos colectivamente  participar en unas primarias cuyo reglamento no habíamos votado favorablemente en los órganos de IUCM, son bastantes los compañeros y compañeras que, con diferentes razones, nos abordan demandando conocer  los motivos para haber dado el paso de proponer a Julián y a Lali para encabezar las próximas listas de IUCM a la Comunidad y al Ayuntamiento de la capital.

Estas líneas son un intento de responder a esas inquietudes exponiendo el sentido de la opción que hemos tomado.

No viene al caso ahora entrar en el carácter polémico del sistema de primarias como factor de selección de candidatos, más aún si se trata como ahora de unas primarias abiertas a los no afiliados. No fuimos nosotros quienes propusimos el modelo si no que se trata de otro inevitable resultado de los equilibrios surgidos en los órganos tras la ruptura  de la mayoría salida de la IX asamblea.

Sí que resulta imprescindible en cambio situar que el reglamento aprobado por mayoría (50 votos frente a 15 y 4 abstenciones)  no reúne las condiciones mínimas para garantizar siquiera la transparencia del proceso ni equilibrio alguno entre las candidaturas presentadas. Los plazos están diseñados prescindiendo de tiempo para que las asambleas pudieran hacer propuestas y se acorta al minino el tiempo para la recogida de avales lo que viene a dificultar cualquier intento de proponer candidatos sin el apoyo del aparato regional o el de alguna localidad tipo Rivas, Leganés o Fuenlabrada.

Tampoco se prevé un calendario de actos públicos de presentación y debate conjunto de los candidatos, agrupando asambleas pequeñas y medianas por comarca y estableciendo su obligatoriedad  en las asambleas grandes, lo que dice mucho de la escasa preocupación por facilitar la información a afiliados y simpatizantes y por evitar que la votación sea poco más que evidenciar las “fronteras” internas de IUCM y la predilección de uno u otro candidato en función de la conocida inclinación del consejo local de turno.

Siendo todo esto así, y de ahí nuestro voto en Presidencia,  puede parecer todavía más difícil comprender por qué hemos decidido estar presentes en este simulacro de primarias diseñado para dos  y claramente hostil a que se presentara un tercero a “aguarles la fiesta”.

Se trataba y se trata de romper, ante la opinión pública y ante la propia afiliación de IUCM, la idea de que la pluralidad de esta organización no puede superar un funcionamiento binario. Que son dos las únicas opciones posibles en este proceso de primarias, aunque una sea en buena medida una construcción externa a IU  y la otra, superado su envase, contenga las “viejas esencias” que hoy, tras quedar en evidencia lo desastroso de su gestión, prefieren pasar discretamente por este trago a la espera de mejor ocasión.

Posibilitar con nuestra presentación el que los convocados a votar no lo hagan a favor de una/o por estar en contra del otro/a y no tanto porque les convenza la propuesta que eligen. Ese “voto útil” que tantas ocasiones de impulso ha frustrado en una IUCM que hoy no puede permitirse una amputación de su riqueza interna, de su pluralidad.

Y, por que no añadirlo, aunque el programa está fuera de esta votación y todos los candidatos deberán vincularse al mismo cuando colectivamente lo elaboremos, nuestra participación asegura la presencia en el proceso de primarias de un discurso que no olvida que esta crisis que tan duramente está pagando la mayoría trabajadora, no es fruto de la corrupción de unos cargos públicos o que la quiebre del sistema financiero no es debida a la presencia de políticos y sindicalistas en las cajas.

Somos la garantía de que la voz de IUCM no se va a dejar abducir por la agenda de los medios ni por  la dificultad que algunos tienen en señalar las responsabilidades de fondo.

No estará nuestro discurso entre aquellos que dirigen la indignación en el sentido del ascensor –arriba/abajo- y sitúan que la  alternativa no es cuestión de derecha o izquierda sino de “honestidad”.

Si la izquierda, ampliamente entendida, no somos capaces de impulsar una mayoría política en este ciclo electoral y un acuerdo programático cuyo eje central sea la  reversión de las políticas aplicadas por los gobiernos del PP, la oportunidad que hoy tantos apuntan se tornara una nueva frustración y, lo que es todavía peor, la consolidación de un modelo basado en el desequilibrio social  y la precariedad para la mayoría trabajadora.

Por todo ello es por lo que el pasado martes nos convencimos de la necesidad de participar en estas primarias y convencimos a Julian y a Lali para que nos representen.

Carlos Gutierrez

lunes, 20 de octubre de 2014

El orgullo de militar en Izquierda Unida, por José Ramón Mendoza

El orgullo de militar en Izquierda Unida

Hay miles de relatos sobre traidores de la izquierda 
y pocos sobre quienes perseveran en la lucha”.

Belén Gopegui. “El comité de la noche”


Estoy orgulloso de estar afiliado a Izquierda Unida desde hace veinte años y también lo estoy de ser concejal de un pequeño pueblo de la Comunidad de Madrid, o lo que es lo mismo, cargo público de esta organización que es mi organización.

Estoy orgulloso de ser lo primero porque  esta organización, mi organización, más allá de sus deficiencias, dificultades y de algunos elementos que se han aprovechado de su afiliación para su beneficio propio, Izquierda Unida es hoy por hoy la única fuerza de la izquierda española y madrileña que con el esfuerzo diario de sus militantes ha mantenido durante años una oposición decidida al neoliberalismo y al bipartidismo ofreciendo a la clases trabajadoras un proyecto político transformador de nuestra sociedad.

Estoy orgulloso de ser un cargo público eso últimamente tan denostado por algunos, y ser lo de Izquierda Unida, así como haber sido elegido para él como miembro de una formación política con identidad propia, con un programa propio y con la cara descubierta y el orgullo de decir quiénes somos, que pensamos y sin más ofertas electorales que las elaboradas por nosotros, eso sí con toda participación ciudadana posible. Pero sobre todo con el nombre de Izquierda Unida por delante. Sí en mi pueblo soy concejal no lo soy por ser quien soy, sino por el esfuerzo de los compañeros de la Asamblea y porque represento a Izquierda Unida, formación en la cual sus votantes ha puesto su confianza.

Izquierda Unida lleva sufriendo ataques de otras formaciones desde siempre, ataques que se agudizan cuando crecemos y nuestras expectativas de voto aumentan. Ataques que suelen venir, tanto de los partidos encuadrados en la ideología neoliberal, la derecha pura y dura y la que, de hecho lo es aunque tenga la “O” en sus siglas, como de otros que, de manera oportunista y/o populista, o aupados por quienes no quieren vernos crecer. Pero si esto es lógico no lo es tanto, o nada, que desde nuestras propias filas se desprestigie la labor de nuestra organización, que es la de nuestros militantes y afiliados. No lo es que se ponga en cuestión nuestra identidad como organización; identidad creada a través de los debates en nuestras Asambleas Federales, Regionales y Locales, así como en sus respectivos Consejos Políticos.

Y eso es lo que se está haciendo y lo más grave es que se lleva a cabo por parte de compañeros que ocupan puestos de dirección y que lo hacen de forma pública aprovechando sus contactos en los medios de comunicación.

Mantener posiciones política en los órganos por muy duras que estas sean, no sólo es legítimo, si no diría que obligatorio para la riqueza del debate y, por lo tanto de las conclusiones del mismo. Pero hacerlo fuera de la organización es algo más que deslealtad al conjunto de los compañeros, olvidando que es gracias al esfuerzo de estos ocupan esas responsabilidades orgánicas o de cargos públicos.

Y dentro de esto sitúo las declaraciones de algunos de nuestros y nuestras compañeros y compañeras con cargos de responsabilidad en le dirección de IU e IU CM cuando con ellas nos quieren diluir en otras formaciones electorales, haciendo así desaparecer nuestra identidad como organización política y social transformadora en aras de un supuesto beneficio electoral –más bien electoralista-, olvidando que nuestros crecimientos, aunque quieran presentarlos como derrotas, en las últimas elecciones locales, autonómicas, generales y europeas, se han debido precisamente a la firmeza de nuestra línea política en defensa de las clases trabajadoras y de todos los afectados profundamente por la crisis; así como por nuestras propuestas para una salida social de esa crisis.

¿He dicho lo olvidan? Rectifico, no lo olvidan. Por ello, para terminar quiero decir claro que, a mi modesto juicio, estas formas de actuar sólo pueden responder a ansias personales, ineptitud o deseo de destruir Izquierda Unida, o a un conjunto de algunas de ellas.

Y termino de verdad. Decía Don Quijote: “…. querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras  propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento;…”

José Ramón Mendoza
Concejal de IU en Hoyo de Manzanares

Miembro del Consejo Político Regional de IU CM

miércoles, 15 de octubre de 2014

A propósito de Caja Madrid: ¿miramos al dedo o la luna?, por Andrés Hidalgo, Javier Cobo, Andrés de Andrés

A propósito de Caja Madrid: ¿miramos al dedo o la luna?

Cuando pensábamos que lo más importante que teníamos por delante en relación a Caja Madrid/Bankia era la forma y manera en la que recuperar los 22.424 millones de euros aportados por el estado en ayudas directas (otros 24.167 millones en avales) a dicha entidad para evitar su quiebra y en consecuencia, como conseguir dicho objetivo, aparece el escándalo mediático del uso de las tarjetas opacas por parte de los antiguos miembros de su Consejo de Administración.

Pese a dicha circunstancia nosotros pensamos que recuperar las ayudas públicas aportadas, para que las mismas no sean soportadas por toda la ciudadanía, continúa siendo el primer objetivo, y para ello es imprescindible que el Estado mantenga su participación en la propiedad de Bankia.

Incluso más allá de la devolución de las ayudas, Bankia debería -junto con otras instituciones financieras nacionalizadas- conformar un polo de banca pública que venga a cubrir parte del vacío dejado con la desaparición de las Cajas de Ahorros, esto es, asegurar la inclusión financiera para los que tienen menos recursos y no resultan de interés comercial para los bancos, redistribuir los beneficios atendiendo a las necesidades sociales y garantizar la financiación y el crédito a empresas y particulares que hoy carecen del mismo.

Pero por desgracia las cosas hoy no están en esta lógica, el pasado mes de febrero arrancó la privatización de Bankia con la venta de un 7,5% del capital de la entidad lo que deja al Estado con una participación en el entorno del 61% y todo apunta en la dirección de completar la privatización el próximo año o en los primeros meses de 2016, con lo que las posibilidades de devolver la totalidad de las ayudas se desvanecen.

En tan poco espacio de tiempo no será posible generar los beneficios suficientes y por otra parte para que resulte atractiva la privatización, el destino de parte importante de los futuros beneficios tendrá que ir a la retribución del capital, esto es, al pago de dividendos para favorecer el aumento de la cotización de sus acciones. No sería descabellando decir que las pérdidas finales de la privatización podrían estar entre un 35 y un 40% dada la alta morosidad y la poca calidad de sus activos no bancarios.

En nuestra opinión este es el principal conflicto que hoy tiene el conjunto de la sociedad con Bankia, impedir su privatización  con carácter general y en ningún caso sin antes recuperar el dinero aportado por el Estado, se trata de mirar sobre todo al futuro para no tener un nuevo quebranto en los intereses de la mayoría.

Y no es que nos neguemos a mirar al pasado, a la nefasta gestión de la Caja de Madrid por parte de quien tenía la mayoría en el Consejo de Administración, la gobernaba con arreglo a sus criterios e intereses y la gestionaba día a día, esto es, el Partido Popular y sus distintas facciones en muchos casos enfrentadas y quienes pudieron acompañarles en algunas decisiones trascendentales.