Cambiar Izquierda Unida
Claro
que sí, pero esto no es ninguna novedad: toda organización política, y más aún
si es de izquierda, necesita continuamente cambios, para avanzar y para
adaptarse a la evolución de la realidad. El problema es determinar cuáles deben
ser los cambios prioritarios en cada situación, y en concreto aquí en la
nuestra.
Un
tipo de cambios especialmente potentes son los que se alimentan mutuamente en
círculos que pueden ser virtuosos o viciosos, según sea el sentido de la
marcha. En nuestro caso por ejemplo:
·
Necesitamos una
IU más grande. Un mayor tamaño permite una presencia real en todos los ámbitos
de la sociedad, con dos funciones esenciales: para recoger las preocupaciones
de los ciudadanos, y para difundir propuestas de solución y de acción. Permite
también ser percibidos como representantes cotidianos, no sólo electorales, de
un sector amplio de la sociedad, y poder contar con capacidades humanas y
técnicas para atender eficazmente a los múltiples aspectos sectoriales de una
política transformadora. El tamaño potencia además la estabilidad interna,
entendida no como inmovilismo, sino como solidez y responsabilidad ante
oscilaciones oportunistas o posiciones personales.
·
Necesitamos una
IU cuyo proyecto sea aceptado por una porción determinante de la sociedad. Para
ello ese proyecto tiene que contener propuestas realistas para todos los
problemas de una sociedad compleja, e integrarlas de manera coherente. Tiene
además que incluir las formas y los medios para llegar a ser conocido y
valorado por todos los segmentos sociales a los que se dirige, hasta lograr un
apoyo suficiente para hacer eficaces nuestras políticas.
Es
fácil ver que los cambios hacia una IU más grande pueden impulsar avances de este
segundo grupo y, a la inversa, es difícil imaginar un proceso de crecimiento que
no esté sustentado por mejoras en el proyecto y en su penetración social. Estamos
así en una rueda donde cada avance de una parte impulsa en el mismo sentido a
la otra y viceversa. Todo depende de que el movimiento arranque, y de que lo
haga en el sentido positivo y no en el contrario.
Por
desgracia la relación entre militantes y votos en nuestra izquierda es actualmente
la más baja de la reciente historia democrática. Esta debilidad sólo puede ser
combatida haciendo girar la rueda mediante acciones que aúnen y realimenten el
crecimiento cuantitativo y cualitativo de la organización con la amplitud,
fiabilidad y coherencia del proyecto y de su difusión en la sociedad.
Creo
que esta línea de cambios es hoy básica y prioritaria frente a tentaciones,
tanto fundamentalistas como de movimientismo coyuntural, aunque sin abandonar,
sino más bien combinando, la atención a las necesidades concretas en materia de
alianzas políticas y sociales.
Manolo Gamella
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