lunes, 5 de mayo de 2014

Cambiar Izquierda Unida, por Manolo Gamella


Cambiar Izquierda Unida

Claro que sí, pero esto no es ninguna novedad: toda organización política, y más aún si es de izquierda, necesita continuamente cambios, para avanzar y para adaptarse a la evolución de la realidad. El problema es determinar cuáles deben ser los cambios prioritarios en cada situación, y en concreto aquí en la nuestra.

Un tipo de cambios especialmente potentes son los que se alimentan mutuamente en círculos que pueden ser virtuosos o viciosos, según sea el sentido de la marcha. En nuestro caso por ejemplo:

·        Necesitamos una IU más grande. Un mayor tamaño permite una presencia real en todos los ámbitos de la sociedad, con dos funciones esenciales: para recoger las preocupaciones de los ciudadanos, y para difundir propuestas de solución y de acción. Permite también ser percibidos como representantes cotidianos, no sólo electorales, de un sector amplio de la sociedad, y poder contar con capacidades humanas y técnicas para atender eficazmente a los múltiples aspectos sectoriales de una política transformadora. El tamaño potencia además la estabilidad interna, entendida no como inmovilismo, sino como solidez y responsabilidad ante oscilaciones oportunistas o posiciones personales.

·        Necesitamos una IU cuyo proyecto sea aceptado por una porción determinante de la sociedad. Para ello ese proyecto tiene que contener propuestas realistas para todos los problemas de una sociedad compleja, e integrarlas de manera coherente. Tiene además que incluir las formas y los medios para llegar a ser conocido y valorado por todos los segmentos sociales a los que se dirige, hasta lograr un apoyo suficiente para hacer eficaces nuestras políticas.

Es fácil ver que los cambios hacia una IU más grande pueden impulsar avances de este segundo grupo y, a la inversa, es difícil imaginar un proceso de crecimiento que no esté sustentado por mejoras en el proyecto y en su penetración social. Estamos así en una rueda donde cada avance de una parte impulsa en el mismo sentido a la otra y viceversa. Todo depende de que el movimiento arranque, y de que lo haga en el sentido positivo y no en el contrario.

Por desgracia la relación entre militantes y votos en nuestra izquierda es actualmente la más baja de la reciente historia democrática. Esta debilidad sólo puede ser combatida haciendo girar la rueda mediante acciones que aúnen y realimenten el crecimiento cuantitativo y cualitativo de la organización con la amplitud, fiabilidad y coherencia del proyecto y de su difusión en la sociedad.

Creo que esta línea de cambios es hoy básica y prioritaria frente a tentaciones, tanto fundamentalistas como de movimientismo coyuntural, aunque sin abandonar, sino más bien combinando, la atención a las necesidades concretas en materia de alianzas políticas y sociales.

Manolo Gamella

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