La importancia de las elecciones europeas.
Las elecciones de este
domingo, 25 de mayo, tienen una importancia histórica, política y social fundamental, a pesar de la apatía con que,
según las encuestas, son percibidas por una parte de la población. Una apatía contraproducente para la
mayoría y beneficiosa para los artífices de la vorágine de degradación social en la que se
sume la población europea, particularmente la de los países del sur. Las tres instituciones que
constituyen la Troika, Banco Central Europeo (BCE), Comisión Europea (CE) y Fondo Monetario
Internacional (FMI), son quienes marcan las políticas que guían los planes de
ajuste y las agendas de los diferentes países de la UE, en beneficio de oligopolios, entidades financieras y compañías
transnacionales, y en detrimento de la población trabajadora, y de los derechos
sociales y civiles que décadas de lucha han costado a los pueblos de Europa. Los desahucios, el desempleo masivo,
las reformas laborales, el descenso generalizado de los salarios, el desmantelamiento de la
sanidad y la educación, el aumento de la pobreza y de la exclusión social, la
emigración forzosa de los jóvenes, o el retroceso en los derechos de las
mujeres y las minorías, tienen su origen en estos organismos. En este sentido,
la reforma del artículo 135 de la Constitución española, pactada por el PSOE y
el PP en septiembre de 2011 y que establece como prioritario el pago de la
deuda pública por encima de los gastos sociales, no fue producto de un acuerdo
necesario y aséptico para la recuperación del país, como tratan de vendernos
ambos partidos, sino que venía dictada desde instancias opacas al control
democrático, constituyendo un ejemplo paradigmático del rol que juegan los
gobiernos nacionales en la UE.
Las instituciones de la
Troika, completamente ajenas a cualquier tipo de rendición de cuentas ante la ciudadanía,
pueden sin embargo verse frenadas en gran medida por la acción política que
ejerza el Parlamento Europeo, única institución de la UE elegida directamente
por los ciudadanos y a cuya renovación nos dirigimos este domingo. Pero para
que esa acción sea posible es necesario que fuerzas políticas de izquierda,
contrarias a las políticas suicidas de ajuste y desregulación de la Troika,
sean mayoría en el Parlamento, pudiendo así revertir el desastre y devolver la
soberanía a los Estados y a los ciudadanos. Y esto sólo es factible si se produce
una fuerte movilización del voto en favor de estas opciones.
Por otro lado, en el
caso de los países del sur de Europa (España, Italia, Grecia, Portugal) e
Irlanda, la situación es particularmente grave y el escenario se dirige al que
ya hemos visto en Grecia, con un drama social y humano de proporciones
desconocidas en Europa desde el final de la II Guerra Mundial. Sólo la acción
conjunta de las fuerzas de izquierda de estos países puede hacer cambiar la balanza
de poder en la UE, en favor de unas políticas más equilibradas entre Estados y
regiones. Aquí las ilusiones retóricas sobre una posible salida del euro no
garantizan nada. Recordemos que fueron la Troika y el gobierno alemán quienes
amenazaron a Grecia con la salida del euro en 2012 si no aplicaba los recortes
y cumplía con el pago de la deuda. Una salida del euro no es en absoluto garantía
de independencia económica ni de quita de la deuda, sino que puede convertirse
en todo lo contrario, a saber, la consagración de los países del sur como
economías periféricas, empobrecidas y
dependientes.
Esto nos lleva, además,
a otro peligro que existe en esta cita electoral: las políticas de ajuste, la pérdida
de derechos y el expolio de los recursos públicos, se están imponiendo de
manera expeditiva recurriendo al miedo, y ese miedo empuja a sectores
desesperados a apoyar soluciones de extrema derecha. La retórica demagógica que
busca en la salvación nacional y en el ataque al chivo expiatorio de la inmigración
la vía de escape para la frustración ante los retos que se nos presentan, nos
retrotrae a los tiempos más oscuros de nuestra historia y constituye un serio
peligro para la democracia y para los derechos conquistados, además de cortar
todas las vías para cualquier nueva conquista de derechos en el futuro.
Estas elecciones
importan demasiado. Nos jugamos mucho. La candidatura de la Izquierda Plural encabezada
por Willy Meyer, es en estos momentos la única opción que aborda de manera
sólida los tres frentes mencionados: reversión de las políticas de ajuste,
equilibrio entre los Estados miembros y oposición frontal al auge del fascismo.
Además no está sola. Converge con el Partido de la Izquierda Europea (PIE),
constituido por las principales formaciones políticas de izquierda de Europa,
con Alexis Tsipras, líder de la griega SYRIZA, como candidato a la presidencia
de la Comisión. Todas estas formaciones comparten un programa común de lucha
contra la austeridad y el desmantelamiento de los servicios públicos, defensa
de los derechos laborales y sociales, transformación de las instituciones
europeas, persecución del fraude fiscal y de los delitos económicos, denuncia y
rechazo de la deuda ilegítima y un plan de reindustrialización, creación de empleo
y reactivación económica para los países del sur, además de ser las únicas
organizaciones que se oponen de manera firme y contundente al avance de la
extrema derecha y a su retórica ultranacionalista. La Izquierda Plural y los
partidos que conforman el PIE son, en este momento crucial de nuestra historia,
la única alternativa real a la miseria y la barbarie. Depende, pues, del apoyo
de todos a esta candidatura que sea posible cambiar un futuro de desesperación
por uno lleno de esperanza.
Antonio Márquez
de Alcalá
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