viernes, 23 de mayo de 2014

La importancia de las elecciones europeas, por Antonio Márquez de Alcalá

La importancia de las elecciones europeas.

Las elecciones de este domingo, 25 de mayo, tienen una importancia histórica, política y social  fundamental, a pesar de la apatía con que, según las encuestas, son percibidas por una parte de la  población. Una apatía contraproducente para la mayoría y beneficiosa para los artífices de la  vorágine de degradación social en la que se sume la población europea, particularmente la de los  países del sur. Las tres instituciones que constituyen la Troika, Banco Central Europeo (BCE),  Comisión Europea (CE) y Fondo Monetario Internacional (FMI), son quienes marcan las políticas que guían los planes de ajuste y las agendas de los diferentes países de la UE, en beneficio de  oligopolios, entidades financieras y compañías transnacionales, y en detrimento de la población trabajadora, y de los derechos sociales y civiles que décadas de lucha han costado a los pueblos de  Europa. Los desahucios, el desempleo masivo, las reformas laborales, el descenso generalizado de  los salarios, el desmantelamiento de la sanidad y la educación, el aumento de la pobreza y de la exclusión social, la emigración forzosa de los jóvenes, o el retroceso en los derechos de las mujeres y las minorías, tienen su origen en estos organismos. En este sentido, la reforma del artículo 135 de la Constitución española, pactada por el PSOE y el PP en septiembre de 2011 y que establece como prioritario el pago de la deuda pública por encima de los gastos sociales, no fue producto de un acuerdo necesario y aséptico para la recuperación del país, como tratan de vendernos ambos partidos, sino que venía dictada desde instancias opacas al control democrático, constituyendo un ejemplo paradigmático del rol que juegan los gobiernos nacionales en la UE.

Las instituciones de la Troika, completamente ajenas a cualquier tipo de rendición de cuentas ante la ciudadanía, pueden sin embargo verse frenadas en gran medida por la acción política que ejerza el Parlamento Europeo, única institución de la UE elegida directamente por los ciudadanos y a cuya renovación nos dirigimos este domingo. Pero para que esa acción sea posible es necesario que fuerzas políticas de izquierda, contrarias a las políticas suicidas de ajuste y desregulación de la Troika, sean mayoría en el Parlamento, pudiendo así revertir el desastre y devolver la soberanía a los Estados y a los ciudadanos. Y esto sólo es factible si se produce una fuerte movilización del voto en favor de estas opciones.

Por otro lado, en el caso de los países del sur de Europa (España, Italia, Grecia, Portugal) e Irlanda, la situación es particularmente grave y el escenario se dirige al que ya hemos visto en Grecia, con un drama social y humano de proporciones desconocidas en Europa desde el final de la II Guerra Mundial. Sólo la acción conjunta de las fuerzas de izquierda de estos países puede hacer cambiar la balanza de poder en la UE, en favor de unas políticas más equilibradas entre Estados y regiones. Aquí las ilusiones retóricas sobre una posible salida del euro no garantizan nada. Recordemos que fueron la Troika y el gobierno alemán quienes amenazaron a Grecia con la salida del euro en 2012 si no aplicaba los recortes y cumplía con el pago de la deuda. Una salida del euro no es en absoluto garantía de independencia económica ni de quita de la deuda, sino que puede convertirse en todo lo contrario, a saber, la consagración de los países del sur como economías periféricas, empobrecidas y
dependientes.

Esto nos lleva, además, a otro peligro que existe en esta cita electoral: las políticas de ajuste, la pérdida de derechos y el expolio de los recursos públicos, se están imponiendo de manera expeditiva recurriendo al miedo, y ese miedo empuja a sectores desesperados a apoyar soluciones de extrema derecha. La retórica demagógica que busca en la salvación nacional y en el ataque al chivo expiatorio de la inmigración la vía de escape para la frustración ante los retos que se nos presentan, nos retrotrae a los tiempos más oscuros de nuestra historia y constituye un serio peligro para la democracia y para los derechos conquistados, además de cortar todas las vías para cualquier nueva conquista de derechos en el futuro.

Estas elecciones importan demasiado. Nos jugamos mucho. La candidatura de la Izquierda Plural encabezada por Willy Meyer, es en estos momentos la única opción que aborda de manera sólida los tres frentes mencionados: reversión de las políticas de ajuste, equilibrio entre los Estados miembros y oposición frontal al auge del fascismo. Además no está sola. Converge con el Partido de la Izquierda Europea (PIE), constituido por las principales formaciones políticas de izquierda de Europa, con Alexis Tsipras, líder de la griega SYRIZA, como candidato a la presidencia de la Comisión. Todas estas formaciones comparten un programa común de lucha contra la austeridad y el desmantelamiento de los servicios públicos, defensa de los derechos laborales y sociales, transformación de las instituciones europeas, persecución del fraude fiscal y de los delitos económicos, denuncia y rechazo de la deuda ilegítima y un plan de reindustrialización, creación de empleo y reactivación económica para los países del sur, además de ser las únicas organizaciones que se oponen de manera firme y contundente al avance de la extrema derecha y a su retórica ultranacionalista. La Izquierda Plural y los partidos que conforman el PIE son, en este momento crucial de nuestra historia, la única alternativa real a la miseria y la barbarie. Depende, pues, del apoyo de todos a esta candidatura que sea posible cambiar un futuro de desesperación por uno lleno de esperanza.


Antonio Márquez de Alcalá

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