¿Proceso
constituyente? ¿De qué estamos hablando?
La
perspectiva de un proceso constituyente para el estado español aparece ahora
con cierta frecuencia en los discursos de la izquierda, incluida la nuestra.
Más difícil resulta encontrar definiciones que aclaren adecuadamente a qué nos
referimos, considerando algunos aspectos fundamentales: ¿cuál sería el
contenido de ese proceso? ¿se trata de una simple percepción o de un proyecto?
Creo que vale la pena plantear al menos estos aspectos, y sus implicaciones más
inmediatas, como base para abordar su debate.
Históricamente
la constitución de 1978, con todas sus deficiencias, no respondió a un ideal de
ningún signo, sino a la correlación de fuerzas sociales y políticas de aquella
situación, y lo mismo ocurriría ahora para cualquier cambio, sea total o
parcial. Esta consideración general hace estéril cualquier propuesta de
contenidos constitucionales que no cuente con los apoyos necesarios. Desde la
actual legalidad cualquier modificación constitucional requiere mayorías
parlamentarias reforzadas que hasta ahora sólo se han realizado en dos
ocasiones: la aceptación en 1992 de la norma europea sobre elegibilidad de
ciudadanos de la UE
para cargos municipales, y la fijación de la estabilidad presupuestaria y la
devolución prioritaria de la deuda pública, aprobadas por el PSOE y el PP en
2011. Una trivialidad consensuada la primera, y una grave pérdida de democracia
económica la segunda, basada en la imposición de unas mayorías bipartidistas.
La
crisis económica que sufrimos, y las políticas antisociales con que se aborda,
están provocando importantísimos movimientos populares de respuesta. Nuestra
izquierda debe participar en estos movimientos y defender sus reivindicaciones
convirtiéndolas en programas realizables, pero a lo largo de este proceso los
cambios constitucionales de progreso sólo serán posibles cuando cuenten con
apoyos sociales mayoritarios, expresados por el voto universal. Esto aún no lo
tenemos, y el precedente de la enmienda de 2011 muestra bien el peligro de los
cambios establecidos bajo mayorías adversas.
Todo
proceso es una sucesión de pasos y no se puede invertir su orden lógico. Claro
que un proyecto de izquierda radical necesitará incluir cambios en el marco
general para la economía y la política, pero no se avanza mejor hacia ello
pretendiendo saltar etapas. Trabajemos ahora en lo que es prioritario, sin
dejar por ello de elaborar un proyecto consistente de futuro, aprendiendo de
las experiencias propias y ajenas, y sin reducirlo a una simple colección de
consignas elementales.
O
sea: “sí se puede”, pero hay que ver qué, cómo y cuándo.
Manolo Gamella
Totalmente esclarecedor. Buen artículo por, entre otras dos razones: su concisión y brevedad y lo correcto de las posiciones.
ResponderEliminarJosé Ramón Mendoza
Comisión Ejecutiva IU CM