sábado, 2 de marzo de 2013

¿Proceso constituyente? ¿De qué estamos hablando?, por Manolo Gamella


¿Proceso constituyente? ¿De qué estamos hablando?

La perspectiva de un proceso constituyente para el estado español aparece ahora con cierta frecuencia en los discursos de la izquierda, incluida la nuestra. Más difícil resulta encontrar definiciones que aclaren adecuadamente a qué nos referimos, considerando algunos aspectos fundamentales: ¿cuál sería el contenido de ese proceso? ¿se trata de una simple percepción o de un proyecto? Creo que vale la pena plantear al menos estos aspectos, y sus implicaciones más inmediatas, como base para abordar su debate.

Históricamente la constitución de 1978, con todas sus deficiencias, no respondió a un ideal de ningún signo, sino a la correlación de fuerzas sociales y políticas de aquella situación, y lo mismo ocurriría ahora para cualquier cambio, sea total o parcial. Esta consideración general hace estéril cualquier propuesta de contenidos constitucionales que no cuente con los apoyos necesarios. Desde la actual legalidad cualquier modificación constitucional requiere mayorías parlamentarias reforzadas que hasta ahora sólo se han realizado en dos ocasiones: la aceptación en 1992 de la norma europea sobre elegibilidad de ciudadanos de la UE para cargos municipales, y la fijación de la estabilidad presupuestaria y la devolución prioritaria de la deuda pública, aprobadas por el PSOE y el PP en 2011. Una trivialidad consensuada la primera, y una grave pérdida de democracia económica la segunda, basada en la imposición de unas mayorías bipartidistas.

La crisis económica que sufrimos, y las políticas antisociales con que se aborda, están provocando importantísimos movimientos populares de respuesta. Nuestra izquierda debe participar en estos movimientos y defender sus reivindicaciones convirtiéndolas en programas realizables, pero a lo largo de este proceso los cambios constitucionales de progreso sólo serán posibles cuando cuenten con apoyos sociales mayoritarios, expresados por el voto universal. Esto aún no lo tenemos, y el precedente de la enmienda de 2011 muestra bien el peligro de los cambios establecidos bajo mayorías adversas.

Todo proceso es una sucesión de pasos y no se puede invertir su orden lógico. Claro que un proyecto de izquierda radical necesitará incluir cambios en el marco general para la economía y la política, pero no se avanza mejor hacia ello pretendiendo saltar etapas. Trabajemos ahora en lo que es prioritario, sin dejar por ello de elaborar un proyecto consistente de futuro, aprendiendo de las experiencias propias y ajenas, y sin reducirlo a una simple colección de consignas elementales.

O sea: “sí se puede”, pero hay que ver qué, cómo y cuándo.

Manolo Gamella

1 comentario:

  1. Totalmente esclarecedor. Buen artículo por, entre otras dos razones: su concisión y brevedad y lo correcto de las posiciones.
    José Ramón Mendoza
    Comisión Ejecutiva IU CM

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