A
propósito de Caja Madrid: ¿miramos al dedo o la luna?
Cuando
pensábamos que lo más importante que teníamos por delante en relación a Caja
Madrid/Bankia era la forma y manera en la que recuperar los 22.424 millones de
euros aportados por el estado en ayudas directas (otros 24.167 millones en
avales) a dicha entidad para evitar su quiebra y en consecuencia, como
conseguir dicho objetivo, aparece el escándalo mediático del uso de las
tarjetas opacas por parte de los antiguos miembros de su Consejo de Administración.
Pese
a dicha circunstancia nosotros pensamos que recuperar las ayudas públicas aportadas,
para que las mismas no sean soportadas por toda la ciudadanía, continúa siendo
el primer objetivo, y para ello es imprescindible que el Estado mantenga su participación
en la propiedad de Bankia.
Incluso
más allá de la devolución de las ayudas, Bankia debería -junto con otras
instituciones financieras nacionalizadas- conformar un polo de banca pública
que venga a cubrir parte del vacío dejado con la desaparición de las Cajas de
Ahorros, esto es, asegurar la inclusión financiera para los que tienen menos
recursos y no resultan de interés comercial para los bancos, redistribuir los
beneficios atendiendo a las necesidades sociales y garantizar la financiación y
el crédito a empresas y particulares que hoy carecen del mismo.
Pero
por desgracia las cosas hoy no están en esta lógica, el pasado mes de febrero
arrancó la privatización de Bankia con la venta de un 7,5% del capital de la
entidad lo que deja al Estado con una participación en el entorno del 61% y todo
apunta en la dirección de completar la privatización el próximo año o en los
primeros meses de 2016, con lo que las posibilidades de devolver la totalidad
de las ayudas se desvanecen.
En
tan poco espacio de tiempo no será posible generar los beneficios suficientes y
por otra parte para que resulte atractiva la privatización, el destino de parte
importante de los futuros beneficios tendrá que ir a la retribución del capital,
esto es, al pago de dividendos para favorecer el aumento de la cotización de
sus acciones. No sería descabellando decir que las pérdidas finales de la
privatización podrían estar entre un 35 y un 40% dada la alta morosidad y la
poca calidad de sus activos no bancarios.
En
nuestra opinión este es el principal conflicto que hoy tiene el conjunto de la
sociedad con Bankia, impedir su privatización
con carácter general y en ningún caso sin antes recuperar el dinero
aportado por el Estado, se trata de mirar sobre todo al futuro para no tener un
nuevo quebranto en los intereses de la mayoría.
Y
no es que nos neguemos a mirar al pasado, a la nefasta gestión de la Caja de Madrid por parte de
quien tenía la mayoría en el Consejo de Administración, la gobernaba con
arreglo a sus criterios e intereses y la gestionaba día a día, esto es, el
Partido Popular y sus distintas facciones en muchos casos enfrentadas y quienes
pudieron acompañarles en algunas decisiones trascendentales.
Es
evidente que fueron decisiones equivocadas primero en Caja Madrid y después en
Bankia las que condujeron a la entidad prácticamente a la quiebra y al
posterior rescate con dinero público y que entre dichas decisiones resaltan por
su trascendencia negativa, el que Caja Madrid -que era en 1996 una entidad
saneada- acompañase a partir de entonces la burbuja inmobiliaria creada por la
ley del suelo del gobierno de Aznar, cambiase el modelo de negocio bajo la
presidencia de Blesa (fue en 1996 cuando el PP se hizo con la mayoría de la Caja ) y se dedicó a una muy
alta concentración del riesgo promotor en la cartera de crédito, con
financiaciones al 100 % e incluso la creación de empresas conjuntas con los
promotores, que resultó dramática cuando a partir de agosto de 2007 se cerró la
liquidez de los mercados internacionales, se acumularon los impagos y no era
posible ya refinanciar la deuda, la propia
aprobación de la fusión (Caja Madrid, Bancaja, La Caja de Canarias, Caja
Ávila, Caixa Laietana, Caja
Segovia y Caja Rioja), la salida a bolsa, la compra City National
Bank of Florida por 867 millones y vendido por 685 millones de euros, la
comercialización de las preferentes, los créditos a Martinsa-Fadesa por importe
de 1.082 millones y los créditos a DíazFerrán.
Estas
son las responsabilidades que habría que exigir a quienes dirigían la Caja y a quienes con su voto
en el Consejo de Administración acompañaron dichos acuerdos cuando algunos de
ellos se pusieron a votación. Porque estas erróneas decisiones fueron junto con
otras referidas a la gestión cotidiana de la actividad financiera las que
llevaron a la entidad a la ruina.
Y
llegamos al asunto de las tarjetas que ha despertado una gran atención estos
días y se ha cobrado la dimisión de un número importante de representantes de
partidos, sindicatos y otras instituciones del estado.
Sorprende
el gran impacto mediático y la loable voluntad de Hacienda de fiscalizar los
15,5 millones de euros (gastados en diez años), esto es, el 0,069% del dinero
aportado para el rescate y quede relegado como algo menor la recuperación del restante
99,93% del problema.
Es
claro que Caja Madrid primero y Bankia después infringieron la ley si no
contabilizaron, fiscalizaron e imputaron correctamente los pagos realizados con
las tarjetas, lo que ha dado lugar a que el juez Andreu haya imputado a los ex
presidentes de Bankia y Caja Madrid y al número dos de Blesa, Ildefonso
Sánchez-Barcoj, por la posible existencia de un delito societario y de
apropiación indebida.
Podríamos
estar también ante una infracción fiscal por parte de los consejeros que no
incluyeren en su declaración de la renta los importes de los gastos realizados,
los inspectores de Hacienda lo determinaran y establecerán las
responsabilidades correspondientes.
Sobre
las responsabilidades de carácter ético, ya se ha hablado muchos en estos días
y para nosotros no es el objeto de esta reflexión que tiene un carácter
político y económico.
Las
investigaciones judiciales y fiscales determinaran las responsabilidades de la
entidad y los consejeros, los partidos y los sindicatos han tomado decisiones
de orden interno que esperemos permitirán aclaran lo sucedido. Pero pocos han
hablado de lo verdaderamente importante, en nuestra opinión, el asunto de las
tarjetas no puede tapar ni justificar la no devolución del dinero público que
se aportó para el rescate.
Parecería
que alguien está interesado en encontrar los motivos para no tener de devolver dichos
fondos haciendo responsable de tal imposibilidad a los anteriores miembros del
consejo y a la pesada herencia recibida.
Quizás
por ello sería importante reflexionar sobre todo lo ocurrido no fuera a ser que
estuviéramos mirando al dedo y no a la luna.
Andrés Hidalgo
Javier Cobo
Andrés de Andrés
(Sindicalistas y afiliados a Izquierda Unida)
Esclarecedor .
ResponderEliminarcomo se puede anunciar un posible reparto de dividendos el año que viene cuando existe la deuda real y social de Bankia con el Estado. El FROB es simplemente un instrumento para sacar al mercado la Entidad y que otro banco pueda comprarlo o dirigirlo en los próximos años. Por eso es tan importante clarificar cuanto antes las posiciones de algunos partidos al respecto ya que en un hipotético cambio de gobierno el año que viene ¿todos los posibles partidos de izquierda que tengan representación quierrán ir en esta misma dirección? Esperemos acontecimientos pero no los esperemos sentados sino que arriesguemos en nuestra apuesta, busquemos consensos para defender esta propuesta y seamos intrépidos a la hora de abanderar propuestas como la impulsada por vosotros. Espero que podamos seguir hablando de este tema en los órganos que propongan estos cambios a la sociedad.
ResponderEliminarLo uno no quita lo otro. El sistema capitalista es infame, en eso estamos todos de acuerdo, pero los compañeros sindicalistos que hacían grandes viajes y grandes gastos en lujos olvidaron que si no vives como piensas, piensas como vives y así le ha ido a los Sindicatos del régimen
ResponderEliminarFERNANDO MENENDEZ
Soy de la opinión que todos los sindicatos de clase son buenos para los trabajadores y que no los hay del régimen y de fuera del régimen, si los hay más representativos y menos representativos, esto es, con más afiliados y más apoyo en las elecciones sindicales y con menos afiliados y menos apoyos. Tratar de desacreditar a los sindicatos también desacredita al tuyo y solo beneficia a la patronal y a la derecha.
EliminarAndrés Hidalgo