miércoles, 28 de noviembre de 2012

Los documentos asamblearios y su tratamiento, por Manolo Gamella


Los documentos asamblearios y su tratamiento
La importancia de las formas

Los documentos sobre los que debatimos y decidimos en los procesos asamblearios de Izquierda Unida adolecen, en mi opinión, de un problema formal, heredado de hábitos anteriores, que quiero plantear aquí para el futuro.

Estos documentos contienen, de manera poco o nada separada, dos tipos de elementos que son lógica y operativamente diferentes:

  1. Análisis y argumentos.
  2. Propuestas concretas de acción política u organizativa.

El resultado de esta mezcla son textos de estructura complicada, con inevitables repeticiones, y difíciles de debatir y de enmendar democráticamente a lo largo de la sucesión de asambleas locales, regionales y federal encargadas de convertirlos en expresión de un proyecto coherente.

Sin embargo es perfectamente posible establecer normas que separen claramente estos dos tipos de elementos, considerando los siguientes aspectos:

·        Una buena separación permitiría evitar las múltiples repeticiones que derivan de que un mismo argumento puede ser justificación de varias propuestas y, a la inversa, una misma propuesta puede estar soportada por varios argumentos. Bien diferenciadas ambas cosas, sería fácil establecer su relación mediante notas (si se quiere en papel), o aún más fácilmente mediante enlaces en soporte electrónico.

·        Los análisis y argumentos, fundamentales para cualquier proyecto político, se apoyan en legítimas posturas ideológicas y en teorías basadas sobre los hechos reales. Una organización como la nuestra, que aspira a representar al conjunto de la izquierda radical (la que atiende a la raíz de las cosas), no tiene ni debe tener una ideología oficial única, lo que implica el respeto a distintos aportes ideológicos, sean mayoritarios o minoritarios. Por otra parte, las teorías económicas, sociales, y políticas (como en cualquier área de conocimiento) nunca se imponen por votación, sino que se comprueban o refutan en la práctica por continuo contraste con los hechos. En consecuencia, todos estos elementos deberían ser siempre objeto de debate abierto, pero no de aprobaciones, rechazos o enmiendas formalizadas por nuestras asambleas.

·        Las propuestas de acción sí deben ser únicas y coherentes para cualquier organización operativa. Las decisiones sobre ellas tienen que ser formalizadas, siguiendo procesos de debate y de votación para su aprobación, rechazo o enmienda. Para ello estas propuestas deberían presentarse en los documentos adecuadamente individualizadas, separadas, ordenadas y numeradas. La imprescindible lealtad democrática supone que estas decisiones sean asumidas por todos los afiliados, contando con que siempre podrán modificarse estatutariamente en los siguientes procesos asamblearios.

Este es mi planteamiento, que atañe a la forma de los documentos, pero que implica también a la sustancia de nuestros debates y de nuestras decisiones. Nos equivocaríamos gravemente si despreciamos la importancia democrática de las formas.

Manolo Gamella

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