Los documentos asamblearios y su tratamiento
La importancia de las formas
Los documentos sobre los que
debatimos y decidimos en los procesos asamblearios de Izquierda Unida adolecen,
en mi opinión, de un problema formal, heredado de hábitos anteriores, que
quiero plantear aquí para el futuro.
Estos documentos contienen, de
manera poco o nada separada, dos tipos de elementos que son lógica y
operativamente diferentes:
- Análisis y argumentos.
- Propuestas concretas de acción política u organizativa.
El resultado de esta mezcla son
textos de estructura complicada, con inevitables repeticiones, y difíciles de
debatir y de enmendar democráticamente a lo largo de la sucesión de asambleas
locales, regionales y federal encargadas de convertirlos en expresión de un proyecto
coherente.
Sin embargo es perfectamente
posible establecer normas que separen claramente estos dos tipos de elementos,
considerando los siguientes aspectos:
·
Una buena separación permitiría evitar las
múltiples repeticiones que derivan de que un mismo argumento puede ser
justificación de varias propuestas y, a la inversa, una misma propuesta puede
estar soportada por varios argumentos. Bien diferenciadas ambas cosas, sería
fácil establecer su relación mediante notas (si se quiere en papel), o aún más
fácilmente mediante enlaces en soporte electrónico.
·
Los análisis y argumentos, fundamentales para
cualquier proyecto político, se apoyan en legítimas posturas ideológicas y en
teorías basadas sobre los hechos reales. Una organización como la nuestra, que
aspira a representar al conjunto de la izquierda radical (la que atiende a la
raíz de las cosas), no tiene ni debe tener una ideología oficial única, lo que
implica el respeto a distintos aportes ideológicos, sean mayoritarios o
minoritarios. Por otra parte, las teorías económicas, sociales, y políticas
(como en cualquier área de conocimiento) nunca se imponen por votación, sino
que se comprueban o refutan en la práctica por continuo contraste con los
hechos. En consecuencia, todos estos elementos deberían ser siempre objeto de
debate abierto, pero no de aprobaciones, rechazos o enmiendas formalizadas por
nuestras asambleas.
·
Las propuestas de acción sí deben ser únicas y
coherentes para cualquier organización operativa. Las decisiones sobre ellas tienen
que ser formalizadas, siguiendo procesos de debate y de votación para su
aprobación, rechazo o enmienda. Para ello estas propuestas deberían presentarse
en los documentos adecuadamente individualizadas, separadas, ordenadas y
numeradas. La imprescindible lealtad democrática supone que estas decisiones
sean asumidas por todos los afiliados, contando con que siempre podrán
modificarse estatutariamente en los siguientes procesos asamblearios.
Este es mi planteamiento, que atañe
a la forma de los documentos, pero que implica también a la sustancia de
nuestros debates y de nuestras decisiones. Nos equivocaríamos gravemente si
despreciamos la importancia democrática de las formas.
Manolo Gamella
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